Confiemos en el proceso…

Confía en el proceso de la vida y en cualquier otro proceso.
Las personas solemos tener una mala costumbre que cuesta bastante corregir, poco a poco, dividimos nuestra mente en dos áreas: una centrada en el pasado y otra obsesionada con el futuro.
Aprendamos a restar poder al pasado y al futuro. Aprendamos a vivir el presente de forma plena, confiando en el propio proceso.
Puntos clave
- Todo el proceso es importante.
Es la manera en que se incluyen o excluyen nuestras voces, la manera en que se mantiene o se distribuye el poder. - Prestar atención al proceso.
Es vital analizar y percibir todo en proceso paso a paso y parte por parte, esto para poder entender la culminación del mismo y todos los factores que nos llevaron hasta ese punto. - No subvalorar el proceso.
En una sociedad orientada a los resultados, se tiende a subvalorar los procesos.
La mejor edad es la que tienes ahora
Para aceptar el momento presente hay que ser receptivos y ser capaces de apreciar lo que somos, lo que hemos conseguido y, a su vez, todo lo que nos falta por alcanzar.
Ahora bien, nada de esto será posible si primero no somos capaces de practicar la autoaceptación y esa flexibilidad en la que se inscribe el amor propio.
Uno de los enemigos más voraces de la propia aceptación es el no sentirnos bien con nuestra edad.
La mejor edad será siempre la que tengamos en este mismo momento. Aceptando lo vivido y sabiendo que las mejores oportunidades siguen aconteciendo a cada instante.
Aprender a fluir, es el proceso de todo en esta vida.
El modelo de “flujo” que definió el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi en 1975 no siempre se entiende de forma correcta. No se trata solo de dejarnos llevar, de ver la vida como una entidad dinámica que nunca se detiene y de la que formamos parte.
Es algo más profundo y a la vez interesante.
- Se trata de tener unos objetivos vitales claros.
- Es ser capaz de involucrarnos en una actividad o en una responsabilidad y disfrutar de ella, ser felices con esa responsabilidad.
- A su vez, implica ser capaces de aprender de los errores para convertirnos en auténticos expertos.
- Lo que hagamos cada día no debe ser monótono.
La rutina puede ser beneficiosa, pero también peligrosa. Por ello, es necesario que dispongamos de pequeños desafíos y novedades cotidianas para que el proceso del flujo sea siempre enriquecedor.
Lo pasado, pasado está.
El pasado no nos define. Nos define la interpretación que hayamos hecho de él. Pongamos un ejemplo. Si hace tres años iniciamos un negocio y apenas hace un año ha demostrado no ser redituable, lo último que debemos hacer es decirnos a nosotros mismos “no va a funcionar o nada de lo que yo haga podrá ser un buen negocio”.
Por ello, es vital que el pasado nos sirva como trampolín, como modo de aprender a ser mejores. El ayer no es un sofá donde sentarnos y lamentar todo lo vivido ni todo lo sucedido.
Una de esas estrategias es, sin duda, aprender a confiar en nosotros mismos y en que las cosas buenas pueden aparecer en cualquier instante. No se trata de “esperar”, de ser sujetos pasivos que se limitan solo a dejar pasar los días y el tiempo hasta que la suerte llame a la puerta.
Debemos ser personas activas que ponen en marcha su propio proceso del cambio, su propia actividad para generar pequeñas y correctas alteraciones. Debemos dejar a un lado a las personas que nos traen problemas, abandonar ciertas costumbres que nos quitan el ánimo…
¡Nada es eterno, por mucho que lo parezca!
Aunque en este instante estemos pasando un mal momento, en nuestras manos está salir de ahí. Ponernos en movimiento y no quedarnos estancados, de eso también se trata el proceso de la vida…
Y tú… ¿Confías y disfrutas del proceso?
Cuéntanos en los comentarios si estás de acuerdo en confiar o no en el proceso…
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